El miedo a hablar en público nos impide brillar
El miedo a hablar en público es un fenómeno que afecta a un gran número de profesionales.
Paco Grau-Cursos de Hablar en Público
Publicado el viernes, 09 de diciembre de 2016 a las 09:46
El otro día hablé de eso en una conferencia-taller en el CEEI (Centro Europeo de Empresa Innovadoras) de Valencia, en el Parque Tecnológico, con el salón casi lleno.
Una gran mayoría de españoles siente auténtico miedo a hablar en público. La falta de una formación adecuada, desde la infancia hasta la vida universitaria, ha provocado que el español medio tenga como una característica más de su personalidad la inseguridad al tener que hablar ante un auditorio más o menos numeroso.
Muchas personas, cuando se ponen delante de los demás para dirigirles la palabra (dar su opinión en una reunión con gente desconocida, dar una charla, pronunciar un discurso, o unas palabras de agradecimiento por algo, o presentar un proyecto, o dar una explicación sobre algo…) sienten la mirada atenta de todos los que escuchan, se hace el silencio… y se ponen muy nerviosos, les entra una especie de pánico, un estrés, que en algunas ocasiones les bloquea, les hace sudar, respiran fatigosamente, les tiemblan las piernas, les tiemblan las manos y les tiembla la voz.
Al tomar conciencia de que lo único que se oye en la sala es su propia voz, que todos están atentos, escuchándoles, son incapaces de respirar con normalidad y conseguir un volumen de voz adecuado al auditorio en el que se encuentran. Ser el centro de atención les agobia una barbaridad. Al darse cuenta de que su voz es débil y temerosa, carraspean, su voz tiembla, tragan saliva en medio de una frase, respiran con dificultad, y eso hace que su voz no acabe de tener el volumen adecuado. Están sintiendo la mirada y la atención expectante de los demás… ¡y eso les hace sentirse fatal!
En mi taller en el CEEI, como hago siempre en mis cursos, insistí en la importancia de tener una actitud positiva al afrontar la situación de tener que hablar en público, controlando nuestros pensamientos para que las emociones no se desborden y nos impidan así gestionar nuestras ideas y nuestras palabras.
Les hablé de lo fundamental que es expulsar de nuestra mente las ideas y los pensamientos negativos para no dejarnos llevar por las circunstancias como una botella de plástico es llevada por la corriente de un río. Y les recordé una idea que me gusta repetir: “El estrés no lo causan las circunstancias, sino la actitud con la que nos enfrentamos a ellas”.
Si no somos capaces de tener la actitud adecuada para superar nuestros miedos, difícilmente podremos alcanzar la elocuencia y la capacidad de persuasión, indispensables para un buen orador.
Durante el taller, que duró toda la tarde, ilustré mis explicaciones con ejemplos gráficos, con algunas citas de autores interesantes, puse ejemplos, proyecté varios vídeos y les hice hacer algunos ejercicios ilustrativos para ayudarles a superar sus miedos.
Fue una tarde muy entretenida y divertida y, según manifestaron, todos se marcharon encantados con la sesión, y yo el que más. Y es que, como les dije, si el orador no se lo pasa bien en conexión con su auditorio, difícilmente podrá conseguir la conexión necesaria con el público que le escucha, lo que significa que difícilmente conseguirá comunicar con eficacia.
Hoy en día, cualquier profesional de cualquier disciplina se ve con mayor o menor frecuencia en la situación de tener que hablar en público. Pero nadie le ha enseñado, ni en el colegio ni en la Universidad. Y es curioso que todo el mundo está de acuerdo en que esta es una formación necesaria, pero estas enseñanzas no se introducen de verdad en los colegios y una gran mayoría de profesionales siguen sin tomarse en serio aprender estas habilidades tan necesarias para el éxito en su vida profesional e incluso personal. Adquirirlas les permitirá poder hablar en público con soltura, con seguridad, transmitiendo adecuadamente sus ideas; es decir, comunicando y siendo capaces de llegar a convencer a los demás mediante sus palabras, mediante la elocuencia y la capacidad de persuasión.
Quienes no toman conciencia de que no saben comunicar con eficacia al hablar en público, están desaprovechando multitud de oportunidades para ellos mismos y para sus empresas. Muchas veces, la aceptación de un proyecto o una propuesta depende de matices sutiles que ayudan a que quienes tienen que decidir decidan aceptarlo. Y esos matices pueden ser, sobre la base de un proyecto sólido, la claridad, la fuerza, la convicción, la sinceridad, la honestidad, la seguridad y, en definitiva, la buena imagen y la eficaz comunicación que ha transmitido quien ha presentado y expuesto los detalles del proyecto o propuesta. Un buen comunicador es capaz de cautivar, convencer y mover a la acción a quienes le escuchan.
Muchas personas no llegan a poder desarrollar las habilidades necesarias de una oratoria eficaz, simplemente porque sienten ese miedo que les impide cualquier mejoría y les impide brillar. Si no empiezan por superar el miedo será imposible que puedan llegar a aplicar cualquier consejo destinado a mejorar su comunicación. Y para superarlo, lo mejor es saber el porqué y el cómo se produce. De todo eso hablé en mi conferencia-taller en el CEEI de Valencia.
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09/12/2016 09:46 | pacograu